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Padres "desbordados", niveles de conciencia, límites...

Padres "desbordados", niveles de conciencia, límites...

Hilando con el tema del castigo físico pasamos al DESARROLLO MORAL y la influencia que el diferente nivel de conciencia de los adultos (en especial, de los padres y las madres) puede tener en el tipo de educación que los niños y niñas de hoy reciban.

 

Kegan nos vuelve a presentar, como introducción de su “Pensar en nuestros hijos” a los ya conocidos Peter y Lynn, que en esta ocasión se muestran preocupados y enfadados por un conflicto que han tenido entre ellos, como pareja.

 

Ya vimos que el Tercer Orden de Conciencia (con su principio “co-categórico”) era el que se podía empezar a adquirir a partir de la adolescencia, caracterizado por un pensamiento abstracto que nos permitía reflexionar sobre nuestros sentimientos y nuestra capacidad de relacionarnos socialmente.

Sin embargo, cabe preguntarse si este orden de conciencia es “suficiente” cuando llegamos a la adultez y comenzamos a desempeñar los roles de pareja sentimental o de padres y madres.

 

Siguiendo con el ejemplo, el Peter adulto tiene muchísimas exigencias, relacionadas con los diferentes ámbitos de su vida privada: es esposo, es padre, es hijo... ¿Es fácil satisfacer todas? Más allá aún, ¿es fácil controlar que tus actuaciones para satisfacer las necesidades de uno de estos apartados no vayan en detrimento de otro?

 

A continuación, el capítulo presenta las expectativas que suelen atribuírsele a la paternidad y a la pareja:

 

-Como padres, debemos...

-         Ser líderes de la familia.

-         Manejar los límites de inclusión y exclusión efectivamente: se debe hacer sentir al niño o la niña seguro y parte de la familia, pero se le debe alejar de aquellas responsabilidades que no estén a su alcance.

-         Saber poner límites y preservarlos.

 

-Como pareja, debemos...

-         Contar con un nivel de independencia psicológica, una  identidad, separada y distinta a la de nuestra pareja.

-         Ser capaces de percibir que la versión idealizada del amor no es real, siendo conscientes de que existen diferencias y conflictos entre los miembros de la pareja, que no comparten ni una mente ni un corazón.

-         Dentro de la familia, se deben poner límites para preservar la pareja como un sub-grupo independiente.

-         Ser capaces de apoyar el crecimiento del otro en la pareja.

-         Conseguir una comunicación efectiva.

-         Ser conscientes de que, aunque adultos, “arrastramos” nuestras pasadas historias personales, que pueden influir en nuestras actitudes presentes.

 

Los padres tienen diferentes órdenes de conciencia, por lo que comprenden de formas distintas estas expectativas.

 

Kegan nos presenta un caso real en el que existen diversos “conflictos”, básicamente morales, entre una madre separada y sus dos hijas. Tras el planteamiento y su posterior resolución, nos damos cuenta de que Alicia, la madre, parece encontrarse en un Tercer Orden de Conciencia y no más allá, lo que no le impide, por supuesto, ser una buena madre, pero que muestra que aún no ha alcanzado (quizá nunca lo alcance) el Cuarto Orden de Conciencia, por lo que existen situaciones en las que apareen contradicciones a la hora de actuar.

Tampoco se garantiza que un adulto que ha alcanzado el cuarto orden de conciencia sea un padre exitoso necesariamente.

 

El Cuarto Orden de Conciencia permite captar las estructuras co-categóricas (del tercer orden) y subsumirlas a una nueva estructura o mental, que subordina, actúa, dirige y genera el significado de sus relaciones.

Así, desempeñar el rol de crear y regular roles entre los demás es una capacidad del cuarto orden de conciencia, por lo que, trazar y mantener unos límites requiere el Cuarto Orden de Conciencia, porque implica la creación y recreación de roles.

 

De esto último podemos deducir que una de las carencias que tan presente se encuentra en la actual relación padres e hijos, y que podemos encontrar en el artículo “Padres, no amigos”, podría achacarse a que estos adultos que no son capaces de poner límites a sus hijos, no han alcanzado el Cuarto Orden de Conciencia.

 

Como raíces del problema podemos preguntarnos dos cosas:

-         ¿Estos adolescentes tan “liberados de normas” habrán alcanzado ese Tercer Orden de Conciencia que, como bien dice Alejandro, “permitiría no sólo ser conscientes de otras perspectivas, sino gracias a eso, poder diferenciar más explícitamente la propia de las otras”?

-         Una vez adultos... ¿habrá aparecido  el Cuarto Orden de Conciencia, que implica  el “empezar a atender a las relación entre las perspectivas, a ir más allá de dicha relación y gestionar las perspectivas, gestionar la relación, gestionarte a ti en ese contexto”?

 

Ahora comienzo a ver las cosas desde otro punto de vista. Ya en varias asignaturas y en el día a día, buscamos las posibles razones de las problemáticas existentes (parece que ahora más que antes) en cuanto a la educación de los hijos se refiere.

 

Todos hemos visto en los supermercados escenitas como la descrita en el artículo, donde el pequeño de la casa es el rey de la compra, todos conocemos situaciones en la que los padres sienten culpabilidad hacia sus hijos (por no pasar demasiado tiempo con ellos, por no atenderles tanto cómo quisieran...) por lo que lo “suplen” con un cariño desorganizado y con la apenas existencia de normas y límites, todos sabemos de la existencia de padres desesperados (“paso del grito a la autocompasión y hasta empiezo a hablar sola en el pasillo”) que no saben como lidiar con los problemas que tienen con sus hijos.

 

Yo opinaba que algunas de las razones de esta situación eran, por un lado, esa “culpabilidad” de algunos padres que derivaba en “relajación” de reglas y, por otro, la existencia de padres, que yo misma he podido observar, que realmente no tenían mucha idea de cómo educar, por lo que podían necesitar ayuda externa, como bien podrían ser las escuelas de padres que se mencionan en el artículo y que, cada vez, están más en boga.

Según creía, esas escuelas les podrían proporcionar consejos, estrategias o maneras de actuar en casa, con sus hijos e hijas, pero... ahora me estoy planteando si quizá no podrían también ofrecer una manera de analizar en qué orden de conciencia están (pues como hemos visto esto puede ser la causa de la inefectividad en la resolución de algunos conflictos) y considerar el avance hasta un orden superior.

 

He aquí mi pregunta:

¿Se puede trabajar, de forma efectiva, para avanzar de un orden de conciencia a otro...? ¿o, por el contrario, es algo que no se puede controlar ni modificar?

 

 

 

 

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