¿De qué informa el "Informe Pisa"?
El Informe Pisa, un documento del que aquellos que tenemos relación con el ámbito educativo oímos hablar frecuentemente pero... del que intuyo no sabemos mucho.
Ya de primeras, y a través de la presentación utilizada como base de reflexión, he sabido qué representan sus siglas: Programme for International Student Assessment.
Definido de un modo conciso, el Informe Pisa sería un estudio internacional de evaluación educativa de los conocimientos y competencias del alumnado de 15 años, a través de la comprensión lectora, la cultura matemática y la cultura científica y que se realiza cada 3 años por los países de la OCDE, comparando los resultados de los diferentes sistemas educativos, con la primigenia finalidad de mejorarlos y proporcionar una base desde la cual articular su seguimiento y evaluación.
El programa, instaurado en el año 2000, tiene un duración de 15 años, evaluándose cada 9 años el progreso total del alumnado en las diferentes áreas (primera evaluación: lectura; segunda evaluación: matemáticas; tercera evaluación: ciencias).
Lo que debemos tener claro es que el Informe Pisa no evalúa ni al sistema educativo, ni a todo el alumnado, ni el currículum escolar, ni todas las competencias clave, ni el funcionamiento de los centros. También claro es que no usa un abanico de instrumentos variados, pues la única forma de recogida de datos es la realización de unas actividades escritas incluidas en un cuadernillo para cuya cumplimentación el alumnado cuenta con un espacio de dos horas y media.
“Pisa examina hasta qué punto los estudiantes están preparados para afrontar los retos del futuro, más que el dominio de un currículum determinado”. De hecho, no existe homogeneidad entre los currículums europeos.
Es aquí donde entra en escena el concepto de “competencia”, relacionado con la maestría para realizar determinadas tareas para enfrentarse a la vida cotidiana, incluyéndose la capacidad de entendimiento y la puesta en marcha de procesos de complejidad creciente. Parece ser que PISA pretende ir más allá de lo conceptual, dando mayor importancia a lo procedimental.
En mi opinión, esto supone un avance en la evaluación de los aprendizajes en el sentido en que, lo que parece primar no son los conceptos inamovibles cuya adquisición implica, en la mayoría de los casos una memorización que, con el paso del tiempo, no nos servirá de mucho, sino los procedimientos, las habilidades, la soltura del alumnado en realizar determinadas tareas, que... al fin y al cabo, es lo que se encontrará en su vida futura.
O... ¿una vez que acceda al mercado laboral se va a esperar de él una retahíla de definiciones y teorías grabadas a fuego? Creo que no; se esperará más bien que sea capaz de poner en práctica sus conocimientos. Obviamente, y en eso para mí no hay duda, estas puestas en práctica por medio de procedimientos exigirán tener un conocimiento de fondo, al que creo que no deberíamos renunciar por nada del mundo.
Precisamente el otro día debatíamos en una clase sobre el tema. Existe el peligro de pasar de un sistema educativo de plena transmisión del conocimiento en el que el alumno era una parte más del mobiliario, a un sistema educativo que, iluminado por las nuevas concepciones activas, procedimentales y fundamentalmente prácticas, olvide que todo tiene, en mayor o menor grado, una fundamentación teórica a partir de la cual y, una vez conocida, desarrollar un pensamiento crítico y estar en disposición de desarrollar habilidades.
Este en principio positivo énfasis en las competencias del Informe PISA nos lleva, sin embargo, a una gran contradicción que, en el sistema educativo de nuestro país, se hace muy evidente.
Si, a pesar de los notables cambios producidos en las últimas décadas, seguimos educando a los niños y niñas desde una perspectiva algo tradicional en la que los ejercicios que se hacen en el aula se basan en respuestas fijas y previamente definidas... ¿cómo podrán afrontar tareas en las que se les pida algo completamente diferente a lo que están acostumbrados a hacer como es el desempeño de unos procedimientos caracterizados por el razonamiento y el pensamiento divergente?
En fin... parece que el Informe PISA nos ofrece una foto fija de la situación educativa de cada país y es con lo que nos quedamos aunque, en principio, su meta fuera más bien diagnóstica y de mejora y no la de establecer un ranking comparativo.
Aún así, no hay que olvidar que la OCDE, la organización que lo promueve, tiene fines económicos, midiendo precisamente el futuro nivel económico de los diferentes países, por lo que deberíamos preguntarnos hasta qué punto se siguen criterios pedagógicos a la hora de crear y gestionar esta prueba.
Un punto positivo de PISA es el hecho de que, de alguna manera, sitúa el funcionamiento de la educación entre los principales debates de la sociedad. Sin embargo... ¿la evaluación de la educación puede basarse meramente en los logros académicos? ¿no deberíamos tener en cuenta el contexto dónde se dan esos resultados?
Una vez aquí, es necesario remarcar que los resultados educativos que nos proporciona PISA tienen una relación directa con diferentes factores.
A grandes rasgos, unos mejores resultados académicos suelen estar relacionados con: mayor estatus social, económico y cultural, mayor autonomía y gestión del centro, mayor motivación y valoración del alumnado, mayor PIB per cápita o mayor inversión en educación.
Otros factores que pueden influir son: los recursos, la formación y situación profesional de los docentes o la responsabilidad del centro.
En nuestro caso, el Informe PISA de 2006 sitúa a España en una posición “intermedia” en el continuo de países: estamos situados en el puesto 31º.
Teniendo en cuenta que somos las 8ª potencia mundial... ¿no podemos llegar a la conclusión de que algo “falla”...?
Según los expertos, los cuestionables resultados de España son completamente congruentes y predecibles: nuestro nivel educativo se corresponde con la situación social, económica y cultural de nuestro país.
Así que... ¿qué podemos hacer?
Como bien señalan algunos autores, en educación no hay fórmulas mágicas, por lo que sería absurdo intentar “copiar” aquello que hacen otros países con mejores resultados, sobre todo porque hay que tener en cuenta la idiosincrasia de cada lugar, esas características contextuales que tan diferentes son de un lugar a otro y que, inevitablemente, influyen en la sociedad en general y en el sistema educativo en particular.
Aún así, sí que podemos analizar el tipo de política educativa que tienen otros países, comprobar las diferencias con respecto a la seguida en nuestro país e indagar acerca de las posibles relaciones entre estas diferentes prácticas, siendo capaces de modificar nuestra manera de hacer, si lo consideramos adecuado, para poder mejorar.
Siempre se habla de países con buenísimos resultados en educación como Finlandia. De hecho, su objetivo es el de situar a la educación como el motor del progreso del país, ¿no sería eso esencial?
Tomando a Finlandia a modo de ejemplo, nunca de modelo inamovible, veremos algunos de sus rasgos más llamativos:
-Invierte mucho en educación.
-La formación de sus docentes es muy sólida.
-La profesión de maestro esta socialmente muy valorada.
-La ratio de alumnos por clase es baja.
A partir de estos rasgos y sobre todo el principal, que es la grandísima importancia que en ese país se da a la educación, podríamos sentarnos y... reflexionar.
Aún así y, según creo, hay que tener muchísimo cuidado a la hora de dar un valor excesivo al Informe PISA, sobre todo en lo que a la comparación con otros países se refiere porque, como se ha señalado anteriormente, las comparaciones son imposibles desde el momento en que los países son distintos.
Recopilando aspectos anteriormente mencionados podrían destacarse las siguientes limitaciones:
- No evalúa al sistema educativo.
- No evalúa a todo el alumnado.
- No se evalúa el currículum escolar.
- No se evalúa el funcionamiento de los centros.
- No se evalúan aspectos como la convivencia en paz, la multiculturalidad o la diversidad.
De todos modos, es curioso percibir las diferentes actitudes que, ante el Informe Pisa, se adoptan. El cuatrimestre pasado, en la asignatura de “Diseño, Desarrollo e Innovación del Currículum” leímos un artículo sobre dicho informe en el que, el autor, intentaba ofrecer argumentos sólidos que mostraran cómo, en realidad, España no había obtenido resultados tan “negativos” en PISA.
Yo aquí me pregunto: ¿tanto valor debemos darle? ¿tanto debería dañar la “autoestima” educativa de un país?
Por un lado pienso: mira, sea mediante el instrumento que sea, es positivo que España perciba que debe mejorar su sistema educativo.
Por otro, me doy cuenta de que esta herramienta no es la más adecuada si lo que queremos es obtener resultados veraces y que, en principio, no obtenemos beneficios claros elaborando un ranking de países.
¿No deberíamos mejorar por propia convicción al percibir que aún queda mucho por hacer en lo que a educación se refiere?
Para terminar, me gustaría señalar lo que Andreas Schleicher, responsable de este controvertido Informe PISA, sería aconsejable en el ámbito educativo y que, aunque no es dogma de fe sí que podría suponer un buen punto de partida para la reflexión.
- Determinación de unos objetivos claros
En cualquier ámbito de la vida es útil saber qué queremos para, así, poder invertir nuestros esfuerzos en conseguirlo. Las metas claras, frente a las difusas, ofrecen una seguridad en el proceso de enseñanza-aprendizaje que, a la larga, proporciona resultados más positivos.
- Más responsabilidad por parte de los profesores
En muchos casos, los profesores no se dan completa cuenta de lo fundamental que es su papel en el desarrollo de los niños y las niñas así como en su educación, considerando esta no sólo como la transmisión de conocimientos, sino también como aquella formación que nos ayuda a ser personas, a ser ciudadanos.
- Individualización de la educación
En cualquier clase que se precie nos encontramos con gran variedad de alumnado. Si no somos iguales, es evidente la ineficacia de tratarnos como si lo fuéramos. De ahí que sea esencial que el docente sea capaz de discernir las características y necesidades de cada alumno para así poder proporcionarle la atención más individualizada posible.
- Potenciación de las capacidades
Todo alumno tendrá unas habilidades que potenciar. Para ello, primero hay que descubrirlas, requiriéndose atención e interés por parte del docente.
Si conseguimos hacer que los alumnos y alumnas se den cuenta de las habilidades que poseen, aumentará su autoestima y esto repercutirá positivamente en su forma de abordar el aprendizaje.
- Las cuestiones de la educación no se resuelven sólo a través de las leyes
Es cierto que muchas veces afirmamos que los cambios en educación deberían venir de arriba y no quiero negar que, en ocasiones, la legislación es importante. Sin embargo, y teniendo en cuenta que no vivimos en una época de represión política, nos damos cuenta de que contamos con ciertas libertades en nuestro día a día en el aula que podemos utilizar para dar a nuestra educación un toque personal si de verdad así lo queremos.
- Más formación de los profesores
Es un tema muy trillado pero no por ello pierde relevancia. ¿Por qué los maestros, cuya función social es de vital importancia, reciben una formación que, además de ser escasa en el tiempo es obsoleta, poco relacionada con la realidad, carente de contenidos fundamentales y alejada de la práctica?
- Más funcionalidad del conocimiento
“¿Para qué me sirve esto?”, es algo que muchos niños y niñas se preguntan en la escuela. Lo que se aprende, o más bien lo que se enseña, suele ser teórico y alejado de la realidad, lo cual desmotiva sobremanera al alumnado.
A todo esto y, a modo de colofón, añadiría dos requisitos indispensables del éxito del sistema educativo: la motivación del alumnado y la consideración del alumno como persona.
Utilizando la concepción que, en una escuela innovadora sobre la que leí el cuatrimestre pasado se tenía, destacaría la importancia, en el núcleo de la escuela, que se debería dar a cuidar el alma infantil.
De hecho... los expertos dicen que los niños además de ir a la escuela deben ir felices a ella.
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