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Gloria

Dificultades de aprendizaje

De dificultades (¿?) en "Dificultades" y otras limitaciones varias

De dificultades (¿?) en "Dificultades" y otras limitaciones varias

 

Aquí estoy, tras más de dos decenas de sesiones de “Dificultades de Aprendizaje”, tratando de hacer explícita y pública una cuestión que, desde poco después de que comenzáramos la asignatura... me acecha.

No sé muy bien por qué la carpeta que con tanta ilusión creé en este blog  junto con la que recibe el nombre de “Habilidades Sociales” a principios de este último cuatrimestre de carrera... ha permanecido vacía hasta hoy.

Probablemente esta tarde sea la última sesión del curso (“la sesión definitiva” o algo así, dijo Alejandro entre risas la semana pasada) y por cierto apego a extraños rituales internos... pensé que, de decidirme a escribir, hoy sería el día perfecto, incluso... cuando tengo otras cosas bullendo en la cabeza como locas.

A lo largo de este tiempo me he sorprendido a mí misma, más de una vez, justificando mi falta de actividad visible, quizá porque quería justificarme ante alguien más. Al menos... “me estoy dando cuenta” de esto, que como atropellada pero felizmente estoy aprendiendo últimamente, es algo de un valor incalculable, algo que no solemos apreciar, algo en lo que no reparamos: ¡Cuán importante puede ser el hacerse consciente! ¿De qué? En este caso, de mis propias estrategias mentales, de lo atada que aún puedo estar a absurdas exigencias que, por otro lado, nadie me está imponiendo.

Como también estoy confirmando últimamente... he tenido lo que podríamos llamar una vida idílica. He sido muy afortunada, he sido muy feliz. Y desde fuera de esa fortuna y esa felicidad en la que quería hacer todo “bien”, y en la que la mayor parte de las veces lo conseguía con creces, me hallo ahora contemplándome.

Me sigue gustando “hacer las cosas bien”; de hecho...  no sé si me saldría “hacerlas mal”. Soy, o al menos esa ha sido la premisa que me ha conducido hasta ahora, de la opinión de que... “si hago las cosas... las hago bien”; y si no... pues mire usted, me quedo de brazos cruzados.

El quid de la cuestión se encuentra ahora en... “qué es bien” y “qué es mal”.

Desde pequeños vamos interiorizando ciertos estándares sociales, a partir de las cuales, muchos de nosotros, empezamos a medirnos. Así, existe una concepción general de lo que significa cada una de los diferentes rasgos a través de los que una persona puede definirse (“responsabilidad” – “irresponsabilidad”, “introversión” – “extraversión”,  “interés” – “apatía”...    y un sinfín más).

Creo que ya no quiero medirme por esos estándares, creo que no lo necesito y creo que, a fin de cuentas, no es sano y corta las alas. También creo que, en gran parte, me he ido deshaciendo de ellos, no sólo académica, sino también personalmente, pero quedan posos de esas “ataduras” que, a pesar de que probablemente son más flojas que nunca, se me aparecen más claras y vívidas que nunca.

Todo esto para darme cuenta de que no importa que no haya escrito aquí, que nadie me lo exigía, pero que, sobre todo, no tengo que exigírmelo a mí misma, porque... “para escribir por escribir, me quedo de brazos cruzados”, porque a veces... lo que pasa dentro de la cabeza... no cobra más relevancia porque lo des a conocer, porque leer algo o ser espectador de algo que te haga vibrar, que te haga pensar y conectar y volver a conectar... no pierde valor.

Ahora... ya me he dado cuenta y... ¡hay que ver qué bien sienta!