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Gloria

Carta a Jorge (II): Sintiendo los sufrimientos

Carta a Jorge (II): Sintiendo los sufrimientos

Jorge,

 

yo tampoco antepongo un calificativo a tu nombre,  no porque no se me ocurran varios, sino porque, en el punto en el que nos encontramos no me gustaría que, y probablemente con sentido desde tu perspectiva, me tacharas de hipócrita.

 

Hablo de “perspectivas” e... irremediablemente una pequeña pieza que, aunque no quiera, siempre pone en marcha el engranaje de mis pensamientos, comienza a girar suavemente, ayudada por ese aceite de salada composición que en los últimos días me acompaña más de lo que quisiera: cuando me levanto, cuando aún en bata preparo el desayuno, cuando el vapor de la ducha empaña el cristal de un espejo donde últimamente prefiero no mirarme... pero también cuando, en mitad de la noche, me despierto angustiada.

 

Me gusta creer en la existencia de la empatía, esa aliada que te ayuda a acercarte al otro de una manera tierna y limpia de prejuicios. Sin embargo... intuyo que tiene un límite. Ese límite aparece cuando, por mucho que lo desees, te topas de bruces con una incomprensible maraña de hilos que ni el más paciente de los sastres sería capaz de deshacer. Creo que  es ahí donde tú estás ahora mismo: delante de una red tan tupida que no te permite ver luz; creo que te has sentado a su lado y, frustrado, a la vez que frío, estás tocando con los dedos la más real de las desesperanzas.

Yo estoy detrás de esa maraña de hilos o... yo soy esa maraña de hilos, no estoy segura: es de ahí desde donde te contemplo, esa es mi perspectiva. La tuya... ya lo sabemos, el más atónito desconcierto y sinsentido.

 

Me hablabas de frío y también yo lo siento cuando, tras exacerbados sofocones, acabo rendida en la cama: pasividad,  pasotismo, indiferencia, la sensación de estar muy lejos de todo y de todos, el más terrible  de los dolores... aunque... la verdad es que esto no me ocurre cuando te escribo... entonces, las manos me tiemblan y las sienes me palpitan.

 

Si percibiste ambigüedad en mi pasada carta... no te culpo, quizá es ambiguo todo lo que me está ocurriendo últimamente, pero bien sabes que, en las cosas importantes, necesito certezas, verdades sin ángulos oscuros, y... te confieso que las que hasta ahora había creído poseer... empezaron a desdibujarse vertiginosamente, apareciendo así una carroñera inseguridad que me rondaba y mantenía en vilo día y noche.

 

Jorge.. piensa, repiensa, reflexiona... pero por favor, no te sientas como un idiota. A pesar de nuestras pasadas discusiones, mis frustraciones y rabietas... es ahora cuando me doy cuenta de que nunca lo has sido. Quizá la idiota he sido o esté siéndolo yo. Quizá es que nuestros mapas, aunque un día señalaron la misma ruta, ahora muestran caminos que se bifurcan. Sólo quiero que comprendas que yo no he buscado tus puntos débiles para atacarte, que no he querido chocarme contra este muro de granito.

 

Cuando hablas de ese “avatar” perfecto que quizá en su día proyectaste en mí y aunque me siento más decepcionada que nunca antes al percibir que a su vez te he decepcionado tan profundamente al mostrarme imperfecta... me doy cuenta de que ahí está  el secreto del amor y... del desamor... en esas construcciones del otro que nos hacemos y que pueden mostrarse, con el paso del tiempo, menos fieles a la realidad de lo que creíamos.

 

Quizá yo te construí, quizá tú me construiste y... durante un tiempo, disfrutamos el uno del otro en un reflejo de felicidad. Al fin y al cabo... ¿qué es la felicidad?

 

Pienso mucho, Jorge, y aunque sé que en ocasiones te cansa esa parte de mí... siento necesidad de compartirlo contigo.

 

Ojalá tú quieras compartir algo, lo que sea y cuando sea, conmigo.

 

Laura.

4 comentarios

Gloria -

Bueno, bueno... veo que lo que aquí no falta es buena voluntad para ayudar a Jorge y Laura!

Lo de la ciberterapia por Darth Freud o Sigmund McGuffin (me quedo con el que en esta ocasión lleve la palmera de chocolate, por lo de endulzar algo la situación que se está viviendo) no es tan descabellado como parece! ¿por qué no indagar? Creo, Alejandro, que estarías a la altura : )

En cuanto a lo de los “consejos” de Malo Rossi... ¿¿no esconderán “watas”, “kundras”, sumisiones y látigos??

Benja intuye que Jorge escribirá pronto a Laura... veremos qué ocurre...

Un abrazo muy fuerte para los tres.

*Es un placer compartir mensajes con vosotros

Malo Rossi -

Hola pareja, que digo yo que a lo mejor puedo hechar una mano por aquí...tal vez lo que necesitais es un par de..."consejos" sobre como valorar las diferencias.

Muchos besos, estrellas.

Benja -

Jajajajajjaa un ciberterapia de pareja... interesante, interesante... todo es planteable, creo que le diré Jorge que sea un poco menos cazurro y abra su mente y la posibilidad de dar otra oportunidad a Laura, a ver que dice en su próxima carta, que estará cerca, pero está pensando...

Un abrazo

Alejandro -

Hola

Me parece que vamos a quedar los tres de nuevo para hacer algo parecido a una terapia de pareja virtual. O escribir la sesión -entre los tres- de una terapia de pareja entre Jorge, Laura y Darth Freud, o Sigmund McGuffin, como prefiráis. Bueno, bueno, creo que este segundo espectáculo me está gustando aún más que el primero. En la última línea que has escrito, se sintetiza todo el mensaje, probablemente. Toda una declaración de intenciones.

Un beso

Alejandro