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Terapia gestáltica para adolescentes

Terapia gestáltica para adolescentes

 

Una de las principales escuelas psicológicas del siglo XX es la Gestalt, surgida en Alemania en los años 20.

Como ya hemos visto en Procesos Psicológicos Básicos, su base es que  las sensaciones y las percepciones (en general, los fenómenos psíquicos) no pueden reducirse y descomponerse en elementos aislados. La mente funciona como una totalidad compleja y organizada. Lo esencial es la configuración o forma (gestalt, en alemán): “el todo es más que la suma de las partes”.

 

   Entre esto y lo que se dejaba caer en el cuento de Jorge Bucay parece que podemos contar con una silueta de lo que es la Gestalt, aunque reconozco que algo difusa.

 

   En el capítulo de Loretta Cornejo se habla del tratamiento terapéutico de adolescentes desde la perspectiva gestáltica. Se recorren los apartados de los límites (tratados últimamente cuando hablábamos del cuarto orden de conciencia de los padres...), el cuerpo, las normas, las creencias y los valores, el autocontrol vs. la autoestima, la familia, la sexualidad, los amigos y los proyectos y, por último, la identidad y las ideas depresivas.

 

   Esos son los ámbitos que la autora considera esenciales a la hora de tratar a un adolescente, a pesar de que éste, en un primer momento, pueda dirigirse a la consulta por un problema muy específico. Al fin y al cabo... todo puede estar entrelazado, en especial, la familia y, por supuesto, los amigos, tan importantes en esta edad para afianzar la identidad y sentirse parte de un grupo fuera del hogar, de un grupo de iguales.

 

   Me ha gustado mucho lo conciso y claro de lo expuesto en cada caso, proporcionándose buenas pautas de actuación para abordar los diferentes ámbitos. Lo más utilizado y lo que más novedoso y efectivo me ha parecido es el uso del dibujo como fuente de comunicación con el adolescente.

   A veces... y eso lo sabemos todo, nos es muy complicado hablar, expresar en palabras nuestros sentimientos, temores y preocupaciones, y más  en la adolescencia, cuando es común sentirse inseguro.

   Esta psicóloga usa la expresión plástica para permitir que los pacientes se  expresen libremente. Una vez que se tiene esa “fotografía”, esa “imagen” de lo que en ese preciso momento la persona siente, se puede comenzar a hablar, pidiendo por ejemplo que describa lo pintado, y se puede también comparar, cuando en una terapia prolongada en el tiempo, se piden dibujos de un mismo concepto (tu relación con la familia, cómo te sientes cuando estás feliz...), para así valorar la evolución.

   Me ha parecido una manera ideal para comenzar el acercamiento con este grupo de edad y, por lo que cuenta Cornejo, a pesar de las comunes dificultades en los principios, el adolescente se ha ido abriendo y confiando en el terapeuta, lo que es muy alentador.

 

   Por último, mencionar que me parece muy importante, el tratamiento paralelo con las familias de los adolescentes, pues como bien se dice, el terapeuta puede estar con el chico o la chica, un tiempo que suele ser limitado y que en muchas ocasiones no es suficiente. Involucrar a los padres en la terapia de sus hijos, aunque en principio cueste y aunque en principio los chavales prefieran no confiar en ellos, es esencial.

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