Los primeros pasos
Nunca sabes muy bien qué te espera cuando comienzas algo nuevo: puedes estar horas imaginando, suponiendo, divagando pero... lo curioso es que la realidad, al final, casi siempre suele sorprenderte y te ofrece algo diferente a lo que tenías en mente. La universidad, y en este caso Psicopedagogía, para mí no ha sido una excepción. Me alegro de no haber escuchado a las sirenas que querían hacerme naufragar, porque...si no... no estaría aquí.
Sobre esta asignatura en concreto, “Psicología de la Infancia y la Adolescencia”, decir que tengo buenas expectativas, porque combina dos cosas que me gustan mucho: la Psicología, disciplina que me habría gustado estudiar, y una franja de edad cercana a mí, no solo porque haya trabajado y trabaje con niños, si no porque... casi, casi, o todavía, puedo ver la plena adolescencia si giro la cabeza a un lado.
La primera clase, y lo que hicimos en ella, representación, en un papel, de lo que cada uno consideraba su desarrollo, me pareció muy interesante y un buen comienzo. Al principio... todos parecíamos un poco perdidos, desconcertados (con haber mirado nuestros rostros habría bastado) pero... poco a poco resultó que la creatividad salió a flote y disfruté mucho viendo las diferentes “obras” de los compañeros, que sirvieron para intuir la manera en que cada uno veía su vida, lo que había pasado en ella y lo que preveía que pasaría: una escalera? una montaña? una rosa de los vientos? un parte meteorológico? un camino?
En fin... sigamos avanzando por el camino.
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