Cuándo alguien nos parece atractivo...
Cuando hablas con la gente es cierto que hay ciertos cánones faciales y físicos que suelen gustar, en general, a todo el mundo; de ahí la calificación de "un chico guapo", "una chica guapa", "un cuerpo bonito", "un cuerpo feo"...
En algunos estudios científicos y psicológicos se intentan ofrecer una especie de estadísticas extraída de un grupo de personas en la que se nos dice que es cierto que hay rasgos que, por regla general, parecen más atractivos que otros.
Sin embargo, también existen notables diferencias, en muchos casos, entre lo que a una persona le parece atractivo y lo que a otra se lo parece.
Me pregunto qué factores pueden intervenir en esto:
- Si realmente existen reglas generales sobre el atractivo, ¿pueden ser aplicadas a todo el mundo?
- ¿Qué factores psicológicos o de percepción influyen en nuestra calificación del atractivo?
- Nuestra historia de vida, ¿puede influir en lo que a nuestro juicio merece la calificación de atractivo?
- ¿Son en ocasiones las emociones y los sentimientos los que distorsionan nuestra percepción de algo o de alguien, entrando la subjetividad en nuestras apreciaciones?
14 comentarios
Davis -
David -
La ciencia del sex appeal
http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-noche-tematica/noche-tematica-ciencia-del-sex-appeal/1300649/
(Creo que estará disponible por un tiempo limitado)
Un saludo.
David -
Los límites del tiempo parecen ser 'petit suises' en comparación con otros límites que también surgen, o se hacen visibles, en este bello turno de contestaciones.
Me pregunto, como hacías tú en algún comentario anterior, cómo ha cambiado mi percepción y entendimiento del post principal. ¿Atractivo? ¿Atractivo para qué? Para, en primer lugar, creo yo, acercarte a él, ¿no? O si no explícitamente, sí al menos con la mirada, con el giro del cuello, y el ritmo respiratorio y con las aspiraciones y propósitos. Es decir, creo que esa atracción, en primer, lugar la utilizamos, o nos utiliza a nosotros, para dirigir nuestra atención a algo. Bien, ¿y ahora qué? Ya hemos establecido el objetivo y la dirección, ¿sólo se trata ahora de seguir cual mosquito estival el centro del foco de luz?
Pues, lo anterior, aunque incluso me dé vergüenza reconocerlo, ya es una de las diferencias que noto de entonces a ahora.
Me preguntaría ahora, ¿cuándo alguien nos parece apto/ideal/idóneo/favorable para el compromiso con él? ¿Qué hay que encontrar en ese alguien? De todo eso que encontremos, ¿dónde podremos aportar lo nuestro y dónde podremos recibir de lo del otro? Cuando se está juntos, ¿qué surge que no había antes y qué deja de haber de eso mismo? La anterior pregunta la podríamos dirigir a diferentes escalas: cada vez que se está juntos, por una parte, y por otra, desde que se está juntos. Vemos cómo encaja eso nuevo, tanto a pequeña escala -concreta-, como a gran escala -general- con lo que lo rodea, es decir, se me viene a la cabeza el famoso esquema de Brofenbrener con esos ámbitos que rodean al niño, pero, ¿no nos rodea también algo más, e incluso menos imperceptible, aunque igualmente presente? Nuestro yo hasta la fecha, y nuestro yo hacia al que apuntamos desde el de ahora. ¿Cómo encaja eso nuevo que hay, cuando se está juntos, con lo que hemos sido y lo que queremos ser?
Uff... siento la desmesura.
Reconozco que siento algo especial leyendo entradas antiguas de tu blog, este blog de combinaciones de colores dispares. A veces, algo muy especial, como con esa estampa que nos presentabas, no sé si a tus 22, en esa sala que imagino calurosa, y no sólo por la estufa, con tus gafas, en pijama, despeinada, y sin necesitar nada más de lo que allí tenías. Y te creo. Es imposible no hacerlo.
Créeme ahora a mí si te digo que dejo este comentario a cambio de seguir viendo con mi padre a Paco Martínez Soria de cura en La 2. Vaya peripecias.
Un beso enorme. Y también calor.
Gloria -
Gracias por el vídeo, bella forma de retomar nuestro coloquio, ese que desafía los límites del tiempo.
Una pena que no pudiera escuchar lo que colgaste para esos "osados exploradores" que llegaran hasta allí, en tu último post de "¿Cómo conocer?", en el que, como bien imaginarás, aunque no participé activamente, sí lo hice desde la distancia. Ya me lo pasarás.
Belleza... parece que el concepto fluctúa, avanza, retrocede, pero en definitiva, se modifica. Qué simplón me parece ahora el post que escribí... jaja, ¿estoy "madurando"? pero no lo quitaré, no tendría sentido, y además se perdería este delicioso diálogo.
Belleza... para mí belleza es ahora muchas cosas que durante bastante tiempo creo que había postergado en beneficio de otras que ahora considero más vacías...
Belleza, por ejemplo, para mí, y hoy, supone disfrutar de una "sobremesa" tras las uvas en casa, comiendo turrón y charlando, en lugar de emplear una cantidad nada desdeñosa de dinero para tragar humo y tomar copas...
Belleza es leer algo como esto.
Belleza es mirar por la ventana mientras llueve, cuando las gotas resbalan por el cristal y te hace preguntarte el por qué de sus caminos...
Un fortísimo abrazo y mis mejores deseos (aunque suene a típico-tópico) para mañana, para los próximos días, meses, para el año.
Gracias por "saber estar", de maneras diferentes a las que quizá te hubieras imaginado, aunque las circunstancias vayan cambiando.
Un placer, David.
David -
Sospecho que estás pasando unos buenos días, aunque sea en comparación con los últimos que he conocido, así pues, supongo que tendrás tiempo para esta charla del TED donde se habla de una visión Darwiniana de la belleza (parece que la utilidad tiene algo que ver en esto; tocaría, pues, preguntarse e indagar sobre la "utilidad"), además de humor para disculparme por romper el turno de contestaciones, tan bello, por cierto, que habíamos establecido. Aquí te lo dejo: http://www.ted.com/talks/denis_dutton_a_darwinian_theory_of_beauty.html?awesm=on.ted.com_8nRa&utm_campaign=denis_dutton_a_darwinian_theory_of_beauty además de mis más sinceros deseos de bienestar para ti y para los tuyos.
Un besiño.
David -
Vistos ahora, me resultan interesantes esos contextos, con significados magnificados y otorgados, ante los que la gente, seducida, se somete. Me pregunto cómo viviría yo ahora, sin tomar ninguna parte, sin ser sometido por ideas ajenas ni propias, un ritual religioso. Me pregunto, también, si este deseo no es en parte originado por la posibilidad de comparar experiencias que me ofrece mi infancia.
Me acaba de venir a la cabeza -ya verás por qué- un momento dentro del cúmulo de estremecedoras experiencias que componen El Mago, de John Fowles:
-Ven conmigo. -Se puso en pie, como si no debiéramos perder ni un segundo-. Ven. Te voy a enseñar el más oculto secreto de la vida. Ven.
Anduvo con pasos rápidos hacia el porche, y lo rodeó. Yo le seguí. Subimos al primer piso. Una vez a allí, me hizo salir a la terraza.
-Siéntate en la mesa. De espaldas al Sol.
Reapareció al cabo de unos momentos, con un objeto pesado envuelto en una toalla blanca. Lo depositó con cuidado en el centro de la mesa. Luego hizo una pausa, se aseguró de que yo estuviera mirándole, y retiró solemnemente la toalla. Era una cabeza de piedra. No supe si de hombre o de mujer. La nariz estaba partida. El cabello, recogido por una ancha cinta, llevaba dos adornos laterales. Pero la fuerza de aquel fragmento radicaba en el rostro. Mostraba una sonrisa triunfal, una sonrisa que hubiera podido parecer engreída si no hubiese estado tan llena del más puro buen humor metafísico. Los ojos eran ligeramente orientales, alargados, y también sonreían, como pude comprobar cuando Conchis tapó la boca con la mano. Los labios estaban maravillosamente modelados, y reflejaban una inteligencia eterna, una jovialidad eterna.
-Esta es la verdad. Esta, no la hoz y el martillo. Y no la bandera de barras y estrellas. Y no la cruz, el sol, el oro, el yin y el yang. La verdad es la sonrisa.
-Es una obra cicládica, ¿no es cierto?
-No importa eso. Mírala. Mírala a los ojos.
Conchis tenía razón. ¡Aquella pequeña cabeza iluminada por el sol poseía la fuerza del numen!: o mejor dicho, no poseía la divinidad, sino la facultad de haber conocido la divinidad; de poseer una certidumbre definitiva. Pero, mientras la miraba, empecé a notar otra cosa.
-Es una sonrisa implacable.
-¿Implacable? -Se colocó detrás de mi silla y miró desde encima de mi cabeza-. Es la verdad. La verdad es implacable. En cambio, la naturaleza y el significado de esta verdad no lo son.
-Dígame de dónde procede esta cabeza.
-De Dydima, Asia Menor.
-¿Es muy antigua?
-Del siglo séptimo o sexto antes de Cristo.
-¿Tendría esa sonrisa si hubiese tenido noticia de Blesen*? (*Uno de los grandes campos de concentración nazis.)
-Nosotros estamos vivos porque ellos murieron. Sabemos qué es este mundo porque una estrella estalla y porque mueren mil mundo como el nuestro. Y ahí surge la sonrisa: lo que podría no ser, es. -Luego añadió-: Cuando muera, tendré este busto a mi lado. Es el último rostro humano que quiero ver.
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Tras esto, tardé más de lo común en alcanzar el siguiente capítulo.
Gloria -
algo así he sentido hoy, en un ritual religioso cargado de significado personal.
Independientemente de aquello en lo que creas (si es que eres capaz de identificarlo y nombrarlo), esas situaciones, y en concreto la de hoy, en mi caso, pueden propiciar una especie de quietud donde dejar a la mente libre o donde centrar la mente (no estoy segura), propiciando una escucha limpia de palabras a las que puedes dar un sentido convencional o uno particular, ajustado a ti, propiciando un entorno para la observación (de las cosas que se ven y de las que no), propiciando una toma de conciencia de... lo grande y, a la vez, lo insignificante que es todo, empezando por la vida, y sobre todo la vida.
Fíjate... we are star stuff, dice Carl Sagan. Polvo somos y polvo seremos, he escuchado varias veces... todo y nada.
Pero por los momentos de estremecimiento ante lo bello, que a veces nos hace reír y otras llorar... vale la pena pensar que lo es todo.
*Es curioso que, cuando este post ha recobrado vida, acabe de ver la película de El erizo, basada en la novela de Muriel Barbery de la que te copié un fragmento. Fragmentos suyos también me hicieron estremecer.
David -
¿De dónde viene la fascinación que sentimos por ciertas obras? No lo sé, amiga, pero viendo esta extraordinaria espiral en la siguiente imagen y recordando a la vez el lúcido recordatorio de Sagan, sólo puedo estremecerme. La imagen: http://goo.gl/BFMb
Un besito, en espiral.
Gloria -
< ¿QUÉ CONGRUENCIA HAY?
¿DE DÓNDE VIENE LA FASCINACIÓN QUE SENTIMOS ANTE CIERTAS OBRAS? La admiración nace ya desde la primera mirada, y si después descubrimos, en la paciente obstinación que empleamos en desvelar las causas, que toda esa belleza es el fruto de un virtuosismo que sólo se revela al escrutar el trabajo de un pincel que ha sabido domeñar las sombra y la luz y restituir, magnificándolas, las formas y las texturas (joya transparente del vaso, grano tumultuoso de las conchas, suavidad aterciopelada y clara del limón) ello no disipa ni desentraña el misterio del deslumbramiento primero.
Es un enigma siempre renovado: las grandes obras son formas visuales que en nosotros alcanzan la certeza de una ADECUACIÓN INTEMPORAL. La evidencia de que ciertas formas, bajo el aspecto particular que les dan sus creadores, atraviesan la historia del Arte y, como expresión implícita del genio individual, constituyen todas ellas facetas del genio universal es profundamente perturbadora.
¿Qué congruencia hay entre una obra de Claesz, una de Rafael, una de Rubens y una de Hopper? Pese a la diversidad de los temas, de los soportes y las técnicas, pese a la insignificancia y lo efímero de existencias abocadas siempre a no ser más que de un tiempo solo y de una cultura sola, pese también a la unicidad de toda mirada, que no ve nunca más que lo que le permite su constitución y sufre por la pobreza de su individualidad, el genio de los grandes pintores ha llegado al corazón del misterio y ha exhumado, bajo apariencias diversas, LA MISMA FORMA SUBLIME QUE BUSCAMOS EN TODA PRODUCCIÓN ARTÍSTICA.
¿Qué congruencia hay entre una obra de Claesz, una de Rafael, una de Rubens y una de Hopper? El ojo encuentra en estos maestros, sin tener que buscarla, una forma que desencadena la SENSACIÓN DE LA ADECUACIÓN, porque a todos se nos aparece como LA ESENCIA MISMA DE LO BELLO, sin variaciones ni reservas, sin contexto ni esfuerzo. Pero, en la naturaleza muerta del limón, irreductible a la maestría de la ejecución, que hacía surgir el sentimiento de la adecuación, el sentimiento de que así es como debían disponerse los elementos, que permitía sentir el poder de los objetos y de las interacciones entre éstos, abarcar en la irada su solidaridad y los campos magnéticos que los atraen o los repelen, el vínculo inefable que los une y engendra una fuerza, esa onda secreta e inexplicada que nace de los estados de tensión y de equilibrio de la configuración, que hace surgir el sentimiento de adecuación, la disposición de los objetos y los manjares alcanzaba ese universal en la singularidad: LA INTEMPORALIDAD DE LA FORMA ADECUADA. >
¿Tendrá esto algo que ver con el número "fi"...? :)
David -
El aire de atemporalidad que tiene este post dado, precisamente, el tiempo que ha pasado desde su creación y el tiempo que esperó hasta ser comentado, permite dilatar el espacio entre respuesta y respuesta sin que pierda un ápice de interés la construcción, incluso parece que cobra firmeza, no te parece? Quizás, también, todo esto no sea más que una excusa por no haber contestado antes, ja!
El caso es que pensando "un día de estos" sobre como ha ido discurriendo y evolucionando esta construcción desde que dio comienzo, es decir, desde la exposición de tus interrogantes, me he dado cuenta de la necesidad de volver a éstos mismos para seguir la propia elaboración.
Te preguntabas "cuándo alguien nos parece atractivo" pero... me pregunto yo, "qué sucede entre el momento en que alguien te parece atractivo, o no, es decir, desde que lo conoces, hasta que "decides" (con más o menos intervención de las sensaciones y de las razones) que es la persona con quien quieres compartir tus genes". Nosotros existimos gracias a que personas anteriores a nosotros decidieron juntar sus genes para dar lugar otro nuevos. ¿Cuánta relación existe entre esa decisión y la sensación, o razón, que nos lleva a etiquetar en nuestro mapa a alguien como atractivo? Desde luego algo más que el número "fi" está presente. ¿No es esa la decisión más importante de la vida, a pesar de ser revertible? uff, qué miedo! Sensaciones y razones...
Como de construir acordamos que se trataba, rescato unas "miguitas" que nos ha dejado Alejandro en un comentario que hizo mi blog (http://tiny.cc/9DeXq). "Las expectativas del otro y desde dónde escucha ese otro, desde dónde esboza sus expectativas" fundamentales dice Alejandro que tendremos al oportunidad de descubir que son. ¿Cómo elaboramos esa información con la que operar si no es através de la razón? ¿Esa infomración intervendrá en la decisión de si "queremos", o no, compartir nuestros genes con el otro? ¡Qué ganas de que llegue el 2ºC, a pesar de que la cascada quede aún más cerca! ;)
Respecto a tu colección de fotos, supongo que fotografíaras indiscrimindadamente, es decir, sin buscar este o aquel tipo de flor, sino, simplemente, las que percibas más atractivas... ¿tienes rosas azules? si es así, me gustaría verlas :)
Un abrazo!
PS. ¿Has encontrado ya en algún rinconcito de Alcalá el número "fi"?
Gloria -
En mi anterior post te decía aquello de que para mí la belleza atendía más a sensaciones que a razones, pero en este nuestro abierto diálogo, me permito dar marcha atrás y matizar que... yo también creo que hay ciertos cánones que, para una gran mayoría de población, resultan bellos por tener ese que yo hasta ahora había definido como algo pero que... quizá ahora me atrevería a relacionar con la proporción aurea que mencionas. Me ha encantado el vídeo sobre Fibonacci y cómo su número está, misteriosa, mágica y sorprendentemente, presente en centenares de elementos de la naturaleza. Es curioso... ¿es una relación matemática la que se esconde tras las atractivas y sugerentes formas de un acantilado, una arboleda o... una mujer?
Precisamente hoy he visto recurrentemente la Torre Eiffel en la televisión, ¿es su estructura un ejemplo de belleza? Me pregunto si ahora no andaré por la calle fijándome en cada elemento del paisaje urbano y planteándome si es el número fi el que puede estar rigiendo la forma de tal cornisa o cual banco...
Me encanta viajar e intuyo que se convertirá, en un futuro, en aquello a lo que dedique el excedente (o no tan excedente) de mis recursos. Me encanta observar, contemplar, conocer y... a veces encuentro la belleza precisamente en aquello más exótico, más alejado a lo que estoy acostumbrada a ver; supongo que aquí no siempre hablamos en término de proporciones áureas, sino más bien en el potencial que tienen los elementos, por diversas razones, para dejar huella en nuestras retinas, en nuestras mentes y... también en nuestros corazones, provocando emociones y expresiones de maravilla.
Un último apunte, al recordar tu mención a elementos de la naturaleza como las conchas marinas: me encanta fotografiar flores, ¿fotografío indiscriminadamente? ¿fotografío sólo aquellas que me hacen sentir algo? ¿qué diferencias existen entre las fotografiadas y las obviadas?
Un abrazo! : )
David -
Y digo "construir" por que, desde luego, lo que no tengo entorno a este tema es una opinión cerrada, y casi diría, ni una perspectiva sólida desde la que opinar. Más que nada, lo que tengo son dudas, sugerencias, impresiones, conjeturas, ganas de explorar... al igual que tú pareces manifestar a través del post.
Como te dije, es un tema del que ya he debatido, con otros y conmigo mismo, y de lo poco (que no quiere decir poco importante) que he aprendido es que la perfección (no lo llames belleza si quieres) objetivamente existe, es mensurable y tangible. Y que ésta misma causa una impresión en el observador que no causa lo imperfecto, lo que no contiene la proporción áurea. Desde la relación entre los elementos de la cara de una chica, la altura de la cadera con respecto a su altura, hasta la Torre Eiffel y el Partenón, pasando por algunos de las obras de Dalí como "Leda". Conchas marinas, plantas, flores... Se puede encontrar dicha proporción, que, no sé por qué, me atrae de sobremanera, en multitud de lugares, bien creados por la naturaleza o por el hombre.
No sólo se acaba aquí la influencia genética que creo está presente en el atractivo percibido. ¿Por qué nos atraen a los hombres heterosexuales los pechos y las caderas de las mujeres? Esta es una de las muchas preguntas que tengo al respecto. Seguiré explorando.
http://www.youtube.com/watch?v=j9e0auhmxnc
Ah! y no me des las gracias por esto, es un placer, ya lo sabes.
Gloria -
Es gracioso porque ahora lo leo y, tal y como un día hablamos, lo re-evalúo y... en cuanto a la forma encuentro... no sé si fallos, pero si la certeza de que ahora habría escrito de otra manera...
En cuanto al contenido sí que me parece apasionante (o excitante, jaja).
Sobre lo que tú escribes...me ha gustado mucho eso de la perspectiva evolucionista, así como la perspectiva cultural que, a pesar de tu idea inicial, finalmente ha reaparecido : ) Y es que en realidad... ¿no evolucionamos inevitablemente influidos por nuestra cultura? ¿No son esas sensibilidades modeladas por las características del contexto dónde nos desenvolvemos y también por las experiencias personales que coleccionamos?
La verdad es que el tema de la belleza me atrae precisamente por esa mera subjetividad que, como bien decías, supone. Y aquí me encanta poder decir, tocando tu fibra sensible que , por muy obstinados intentos que se hagan... para la belleza, o al menos para lo que cada ser humano, personalmente, considera bello... no hay razones, sólo sensaciones...
Gracias por compartir tu recuerdo sobre el ave del paraíso, me ha cautivado como lo describes, pero sobre todo... gracias por inaugurar tu participación en el blog :)
David -
¿Aún te sigue interesando? Hace casi un año que lo escribiste...
Me he preguntado muchas veces lo mismo que aquí planteas, sólo que desde una perspectiva evolucionista, más que cultural, es decir, cómo la evolución ha moldeado nuestras sensibilidades y preferencias al respecto, porque, según yo lo entiendo, la belleza existe como algo más que una mera subjetividad. Y no sólo la podemos encontrar en el resto de seres de nuestra especie, en los rostros o los cuerpos, también en seres vegetales, en piezas musicales o de artes plásticas... siempre y cuando estén regidas por la proporción áurea. ¿será demasiado obstinado pensar que la belleza se puede explicar racionalmente?
Por otra parte, me viene a la cabeza ahora (figuradamente) el ave del paraíso, bueno, en concreto en una de las muchas que conforman esa familia de aves. Recuerdo haber visto en un documental un ritual para el apareamiento tan sofisticado y elaborado que daba una pena terrible cuando la hembra decidía que aquel macho no era lo suficientemente atractivo como para procrear con él. ¿En qué se fijó aquella pájara? Visto desde mi perspectiva todo fue perfecto: la coreografía, el ritmo, el sonido, los colores... ¿qué se escapaba pues a mi análisis?. Que no soy un ave del paraíso, es decir, los elementos propios y comunes de la especie, la cultura, aquellos a los que sólo un miembro puede atender, pues sólo para él existen, también (en perfecta contradicción con lo primero que he dicho) intervienen en el proceso de análisis y selección.
¿Dije que me resultaba apasionante...? quise decir excitante.
Ciao, ciao :-)